Goya, pintor de contrastes, artista que siempre buscó la libertad, fue testigo de un
tiempo convulso que supondría el cambio hacia la construcción de una sociedad nueva.
Convivió con todos pero supo abrir brecha, romper moldes y nos dejó el retrato de una
época, plasmada a veces con suaves tonalidades y, otras a través de firmes brochazos
que constituyen una crónica cargada de crítica social.
Uno de los acontecimientos que le tocó vivir fue la Guerra de la Independencia. Goya
expresa su angustia en primer lugar en «Los Desastres» y más tarde en la pareja de
grandes oleos: «La carga de los mamelucos» y «Los fusilamientos del tres de mayo» que
son fruto de su reflexión y constituyen una mirada emblemática al hombre que sufre.
Pocos como él han dibujado la violencia con tanta sinceridad.
Los personajes de la madrugada del tres de mayo que aparecen en este libro de
ficción han pasado a la historia. Estas páginas quieren prestar voz a unos rostros muy
conocidos, adivinar sus sentimientos y lanzar un mensaje inequívoco al siglo XXI.