Tras leer esta antología podríamos afirmar que el autor era más gallego de lo que él pensaba, no tanto por lo poco que escribió sobre su tierra natal sino por el punto de vista general con que analizó el ancho mundo. Su amor a este lugar nunca dependió de esas cosas porque, como él mismo dejó escrito, «hay numerosas maneras de ser gallego, y el serlo por nacimiento es, acaso, la menos importante de todas».
La mirada gallega de Camba, Ramón Villares
Introducción
Maneras de ser gallego, Francisco Fuster
Sobre esta antología
Galicia
Galicia
Cortegada
La isla de Arosa
Pontevedra y Vigo
Bucólica bicarbonatada
«La Caeyra»
El oro de América
Los curas de aldea
Política y cantería: la obra de Besada
Los foros
El poético Lérez
El mar
El regionalismo gallego
La Costa de la Muerte: el naufragio del Larache
La vieja Compostela
El frío y el calor
Cambados
La Exposición de Santiago: el Rey, el público y la Comisión
Fuera de la Exposición: el infierno, la gloria, el purgatorio
La ría de Arosa
Montero Ríos: su traje y su espíritu
La construcción de Besada: para los turistas
Galicia y el turismo: la obra de La Toja
El delicioso tren de Madrid a La Coruña
La verdadera nacionalidad
Los cuentos gallegos
La importancia de los idiomas
Pocas bromas con el acento
La influencia de los mariscos en la política española
El señor García no ha muerto
Puentes y puertos políticos
La emigración es un bien
El cerdo comienza a tener ideas
El arcádico arado y el carro venerable
El país donde todos son propietarios
El marisco más ilustre
La fama de Galicia
Mares bravíos y mares sumisos
La Costa de la Muerte
Los mendigos gallegos
El arte pirotécnico
Las dos Américas y los emigrantes
La patria de Carolina Otero
El Colón judío y el Colón celta
El nuevo idioma gallego
Humor literario y humor patológico
Haxádegos de cadeirádegos
Un pazo para Valle-Inclán
Los tesoros de Vigo
El mar y los puertos: Villagarcía de Arosa