En puridad, este libro electrónico no es una reedición del primero de la serie Bodoni y los españoles que publiqué en el 2010. Una profunda revisión, la desaparición de alguna de sus partes, la ampliación de otras y hasta la adición de nuevas secciones hacen de esta monografía un libro en buena parte inédito. Natural cauce de la Biblioteca Bodoni y de una monografía como esta es el marco de la investigación científica en los ámbitos en que corresponde su desarrollo y con la colaboración de quien, principalmente, debe promoverla. Así, el proyecto Público, libro, innovación tipográfica y bibliofilia internacional en el Siglo de las Luces: Bodoni y España, que se desarrolla en la Universidad de Salamanca y se imbrica en el Plan Nacional I+D del Ministerio de Economía e Innovación de España (referencia FFI2011-23223), en colaboración con la Biblioteca Palatina y el Museo Bodoniano de Parma, ha permitido perfilar, como se dice, la presente monografía que arranca del volumen mencionado. En el planteamiento del proyecto, en sus aspectos técnicos y científicos, figuran como fundamentales, en primer lugar, objetivos como la reunión de un material documental inédito que se conserva en bibliotecas y archivos europeos. Este objetivo primordial es el que permite arrostrar, en segundo lugar y después de diferenciar tipologías, el de la edición y estudio de ese corpus documental, que, a su vez, permitirá materializar el tercer objetivo fundamental, la elaboración de monografías concretas sobre la historia del libro entre Parma y España en torno a la figura de Giambattista Bodoni y sus correspondientes españoles, sobre el libro y la bibliofilia en la España y Parma borbónicas. Sobrepasando los intereses concretos de una investigación científica y atendiendo al hecho de que esta ha de poder repercutir en otros ámbitos de interés, estos objetivos convergen en la creación de un portal, la Biblioteca Bodoni, que permite consultar los libros publicados por el tipógrafo, así como también la difusión de los resultados del proyecto, además de poder servir a las instituciones colaboradoras para ofrecer a un público especializado instrumentos de investigación como, por ejemplo, la edición sistemática del epistolario bodoniano conservado ahora en la Biblioteca Palatina, o publicaciones relacionadas con el libro y la lectura, como la presente. Desde esta perspectiva y con estos objetivos, era lógico plantearse la reedición de aquella primera monografía. Pero no solo desde ese punto de vista; también porque la investigación realizada desde el mes de enero de 2012 en que empezó a desarrollarse el proyecto ha dado lugar al descubrimiento de material documental y bibliográfico que matiza, enriquece o, incluso, modifica algunos de las tesis y contenidos del primer volumen de Bodoni y los españoles. Las posibilidades, además, que ofrece la tecnología digital aplicada a las humanidades facilita una sistematización y un acceso interrelacionado que, sin duda, mejora el índice de aprovechamiento científico de los resultados que se van obteniendo en el proyecto. Esta primera monografía de la Biblioteca Bodoni abre el camino a sucesivas contribuciones españolas, italianas y de otros países, en el marco de lo que quiere ser un instrumento para la publicación sistemática del epistolario bodoniano y, a su zaga, de monografías concretas que permitan poner de manifiesto uno de los capítulos más importantes de la historia del libro. No son solo las relaciones españolas lo que nos preocupará en la Biblioteca Bodoni. Esa, sin embargo, es una de las lagunas de la historiografía bodoniana, y, por tanto y escribiendo desde aquí, será prioritario atenderla. Los grandes episodios de la historia, la misma historia de los grandes proyectos vitales o artísticos suele adolecer de un conocimiento diacrónico descompensado. Y no solo por el hecho de construirse sobre la base de la acumulación de acontecimientos, de trabajo y de vida; también porque las trazas para la historia, los documentos y las noticias, se aglomeran en proporción directa a los grandes éxitos o, en según qué casos, a las grandes caídas. En la historiografía bodoniana se percibe más bien el peso de los años del triunfo y de la consagración, en los que el dominio republicano francés cambia la sociedad y la política parmense, y en los que, en el caso personal de Giambattista Bodoni cómodo en el nuevo orden, se puede hablar de triunfo y reconocimiento total, tanto en el terreno político como en el profesional, con las dulzuras de los premios, como la concesión de la medalla «decretata dal pubblico di Parma», el obtenido en el salón de París por sus obras impresas más emblemáticas, y el rendido homenaje de sus coterráneos y de la república de las letras gracias a su trayectoria como tipógrafo y editor de algunos de los más acabados y hermosos impresos de todos los tiempos. Este último período histórico, que, dicho sea en honor a la verdad, tiene más consistencia que cualquiera de los anteriores desde todos los puntos de vista, deja un poco en la neblina los primeros tiempos y aquellos tempranos pasos de la imprenta privada, cuya inspiración, si no iniciativa, no podemos menos que atribuir a un español, José Nicolás de Azara, y quizá también a la protección de otros que, desde la corte de Madrid y en el ámbito del protectorado político y económico que esta ejercía sobre el Ducado de Parma, contribuyeron a la grandeza del impresor. En alguna medida, la de Bodoni sufre una distorsión historiográfica como la que se percibe en otras historias al uso del Ducado en el que sirvió como director de la imprenta oficial durante tantos años. Ambas distorsiones pueden defenderse, sin duda y a tenor de los hechos, como justas, pero constituyen una distorsión al cabo. Basta mirar las monografías de peso sobre los períodos franceses del Ducado y la dispersión historiográfica de los estudios sobre Parma y la Corona española durante el tiempo del duque don Fernando. Sé bien que se llega a este punto no solo por las realidades de la historia objeto de estudio y por sus documentos. La historia moderna de Italia es corta, como joven es en términos relativos su propio Estado, y se ha realizado en muchas ocasiones al calor y en el orden de la formación de ese mismo Estado, ajustando con cancelaciones y silencios las piezas del variado rompecabezas con las que se construyó un país. Se percibe en ocasiones la necesidad de hacer borrón y cuenta nueva de hechos y circunstancias del pasado más o menos decisivos. La visualización anacrónica de la presencia extranjera y, sobre todo, la de España desprestigiada merced a su misma decadencia, falta de voz política y condición de comparsa europea desde la segunda mitad del siglo xvii como una rémora, que retrasó durante siglos la promesa de una Italia como unidad de destino constituyó no solo un asunto incómodo en la historiografía unitaria y unitarista, sino también una razón para deconstruir la historia con cancelaciones tan llamativas como injustas. Pienso, sin embargo, que este no es sustancial o conscientemente el caso de los estudios sobre Bodoni. Pero basta examinar algunas de las monografías más recientes, y desde luego autorizadas, o algunos de los libros de divulgación de calidad sobre Bodoni y su historia para percibir cómo algunos hechos bien conocidos, verbigracia el papel de un Azara o la protección de la monarquía española por medio de sus grandes ministros, desde Floridablanca a Godoy, quedan reducidos a lo anecdótico o a beneficio de honores inventariados. Un asunto tan oscuro hasta ahora como clarificador del perfil y circunstancias de sus protagonistas, como es la posible transferencia de Bodoni y sus medios a España, que siempre se ha presentado como un intento de arrebatar, a iniciativas de Azara, el tipógrafo a Parma o a Italia, debe ser revisado en honor a la verdad: en la primera carta del epistolario entre el tipógrafo y el embajador español, desconocida hasta ahora y que recientemente he tenido la suerte de identificar, un Bodoni solo y hundido en aquella «notte gotica» de la Parma bigotta del ministro Sacco, destituido Du Tillot, irrespirable en lo religioso y en lo cultural, suplica a Azara, al que acababa de conocer, que lo saque de allí con su hermano y sus medios, ya que está dispuesto a establecer imprenta en la Real Biblioteca o en la del Escorial por lo que le quieran dar. Y es que el planteamiento y perspectiva teleológicos de la mayor parte de la historiografía, en cualquiera de sus variantes desde la biografía profesional a los estudios propiamente bibliográficos y de historia del libro lleva a la descompensación diacrónica a la que antes me refería, por más que, en muchas ocasiones, no sea totalmente injusta. Pero también deja en el camino, cancela automáticamente, matices y realidades documentados que, si es cierto que no nos van a permitir rehacer totalmente la historia ya narrada, sí que ayudarán a establecer su complejidad, junto con la problemática y contradictoria razón de ser de los hechos del pasado y las acciones de los individuos, hombres y circunstancias. Quede dicho que estoy convencido de que, en el caso de la aventura bodoniana, esa complejidad dará aún más lustre a su historia y a su importancia europea; y que las contradicciones que se deriven de los documentos permitirán seguir percibiendo los matices de su rica personalidad. Quizá debiera escribir sobre todo rica personalidad profesional, que no mucho más allá van a permitir llegar la mayoría de los documentos como los que serán publicados en la Biblioteca Bodoni. Cuando inicié con el dedicado a Moratín y Bodoni esa serie en la que se querían publicar las cartas cruzadas entre este y los españoles, no pretendía compensar nada de lo bien hecho por la historiografía bodoniana, o exagerar el papel, no siempre discreto, de los españoles que en nuestro país o en Italia contribuyeron en algo a la construcción de un mito de la historia de la tipografía y de la edición. Quizá no se puede sacar mucho de donde hay poco. Y aunque, al menos, lo poco es algo, si se exhuma y se interpreta, solo cobra sentido desde una visión amplia y contextualizada. La bibliografía sobre las relaciones entre el impresor y la Península Ibérica es prácticamente inexistente, y hasta hace nada las pocas cosas escritas en España adolecían de un planteamiento anecdótico y poco magro. No será cuestión de sacar de quicio ni hacer demasiado caso a las galanterías de Bodoni para con nuestro país, pues se hallan en su epistolario dictadas casi siempre por el interés, ni de tomar demasiado en serio la reivindicación que de España hace como su segunda patria. Pero sí es, al menos, un deber científico el de situar en el proyecto de Giambattista Bodoni esa faceta hispánica de su trabajo y de sus relaciones personales con determinados individuos. Si bien es cierto que se entraman una y otro, el protagonismo es casi siempre del impresor y de su interlocutor. Cada caso es una historia en sí, rica de razones y de consecuencias. He ahí, por ejemplo, el de Azara. Y he ahí, entrando ya en mi propio trabajo de hoy, el de Leandro Fernández de Moratín y su ocurrencia no de grande originalidad, por otro lado, entonces de pasar a la historia, de hacer un dinerillo y conseguir un empleo embutiendo su nombre en el catálogo de Giambattista Bodoni. Pero este empeño tendrá, como veremos, consecuencias en otros terrenos, el de la edición teatral española, por ejemplo, y quizá también en la propia perspectiva del impresor sobre la materia. Pero constituye, además, un buen ejemplo de las circunstancias políticas de escribir y de editar, o de cómo un libro puede contribuir en su materialidad al cambio de destinos personales.