Investigación periodística sobre el arma más poderosa de propaganda
kirchnerista.
"El Fútbol Para Todos no se hizo para ganar plata, sino para hacer
política", dijo Hebe De Bonafini, citando una frase de Kirchner. Tal vez
esa sea la definición que mejor se ajusta a la intención de un gobierno
que, así como devolvió a la audiencia la posibilidad de acceder de
manera gratuita a las transmisiones de fútbol, encontró en la mayor
pasión de los argentinos una poderosa herramienta política.
Nunca antes un gobierno mantuvo una relación tan cercana como la que
construyó el kirchnerismo, a partir de la derrota legislativa de 2009,
con el fútbol, y especialmente, con Julio Grondona, presidente de la AFA
desde hace 35 años. "Don Julio" se convirtió en un socio estratégico de
la Casa Rosada, que halló en el Fútbol Para Todos la excusa perfecta
para apropiarse de un mercado dominado por el Grupo Clarín, las
transmisiones de los torneos nacionales.
Con un presupuesto de más de 7 mil millones de pesos desde su
inauguración, la televisación abierta de los partidos se convirtió en
una plataforma ideal de propaganda. Pensado inicialmente como un negocio
rentable a través de la inversión de privados, por decisión de Néstor
Kirchner el Fútbol Para Todos se limitó a comunicar los logros y
objetivos de la gestión, utilizando fondos que bien podrían haberse
destinado a financiar campañas contra el narcotráfico, la inseguridad, o
para poner un freno a la mafia de las barras bravas.
Este libro revela en detalle la trama que une política, barras y
violencia. Y cuenta además por qué se frustró la llegada de Marcelo
Tinelli, y cómo fueron las reuniones en Olivos entre Cristina y
Grondona, que derivaron en la firma del contrato de Fútbol Para Todos.