Estos breves ensayos de José Antonio Suárez tienen su origen en su libro Mortal Eterno, publicado en Oviedo en los años cincuenta bajo el seudónimo de Antonio Víctor, que la crítica consideró como una metafísica personal dimanante de una poesía fenomenológica. Constituyen, pues, incisivos intentos de penetrar en el misterio existencial partiendo de una interrogación ontológica: ¿por qué el hombre se pregunta por algo que llamamos ser? La respuesta la encontró en el anhelo que, como órgano intencional, queda definido como una aspiración al Ser y al Valor. Mas allá del amor a la verdad en que consiste la filosofía, el anhelo se extiende al universo platónico de la belleza, del bien, del ideal, de la vida, de la inmortalidad, de Dios. Por el anhelo, el hombre se abre al infinito.