Después de casi diez años, Félix Uriel Damassio regresa a su ciudad natal, Luzinda. Lo hace abordo del vuelo comercial AR 1331, dichoso de haber descubierto los encantos milenarios de culturas lejanas, de haber recorrido a pie el pasado histórico de ciudades legendarias y de haber entablado amistad con algunos de sus habitantes más entrañables. Sin embargo, hubiera dado todo aquello y mucho más por conseguir lo único que en verdad, desde lo más profundo de su corazón, a toda hora, donde fuera y con quien fuera que estuviera, anhelaba: enamorarse de una bella mujer para compartir la inmensa felicidad que albergaba en su alma. Un deseo que podría llegar a su fin con la aparición casual (o causal) de Grace Mariné Yardín en su vida; la atractiva mujer que tuvo la suerte de conocer ese mismo día sentada sobre la butaca contigua del avión.