Inspiradas en los modelos clásicos de Esopo a Horacio y en la tradición de los cuentos orientales, las fábulas de La Fontaine constituyen una de las cumbres de la literatura francesa. Los protagonistas, animales antropomórficos, encarnan a la sociedad humana y revelan su alma con delicadeza maliciosa y un sutil sentido del humor. En 1929, poco después de haber dejado Rusia para radicarse en Francia, Marc Chagall comienza a ilustrar las Fábulas de Jean de La Fontaine por encargo del editor Ambroise Vollard. Por los grandes costes de los primeros ensayos de impresión, solo algunas placas de los cientos de gouaches realizadas fueron grabadas. Estas dieron lugar a tres exposiciones presentadas en 1930 en París, Bruselas y Berlín, antes de dispersarse por el mundo. Este libro recupera y reúne por primera vez 43 gouaches realizadas por Chagall, piezas prácticamente desconocidas pero que ocupan un lugar fundamental en la obra del artista ya que marcan la ruptura con el imaginario judeo-ruso de sus orígenes, la influencia de la vanguardia cubista y el constructivismo.