La hipótesis que nos plantean los autores de esta obra es que están emergiendo nuevos tipos de industria cuyo valor lo aporta el conocimiento social de los productos que fabrican transformados en identidad, marca, estatus o vinculación social. Tan significativo es el conocimiento social que emiten y necesitan como los requerimientos tecnológicos que emplean. La revolución digital describe sociedades fragmentadas, amenazadas por la falta de expectativas y la carencia de oportunidades. Paradójicamente, la innovación de la revolución tecnológica permite ver también la proliferación de realidades alejadas del ideal de progreso, la buena vida, el pleno empleo, el bienestar Son sociedades que se fragmentan si la utopía tecnológica quiere ser realizada, expulsa a la población que no puede alcanzar los paraísos educativos previstos o la cualificación requerida para mantenerse en el grupo de elegidos.
La dialéctica de lo social declina dos aspiraciones: coser, para aparentar ser, y conectar, para articular y simular tener los referentes e interpretar los fragmentos en los que se divide la sociedad del siglo XXI. Si el pacto social que permitió coser y conectar la sociedad-economía-cultura y la política se debilita, las respuestas para ser y estar en el mundo consisten en coser, por débiles que sean las puntadas y materiales, y conectar, sabiendo que es posible ser si hay algún tipo de conexión. El imperativo tecnológico, las redes, la capacidad de innovar, la creatividad o la capacidad para emprender son anfitriones de la entropía y del desorden, pero también discursos de la realidad que están por inventarse.