Los problemas en este campo no son solo, en la actualidad, un coto privado para especialistas. Suscitan interés en diputados, catedráticos, médicos, periodistas, empleados, amas de casa y estudiantes; esta disciplina hoy es para todos. Quien ese sensible al valor de la vida no puede evitar las preguntas cruciales: ¿Es el hijo un don que se acoge o un producto que se fabrica? ¿Todo lo que es técnicamente posible es también moralmente admisible? ¿El fin bueno de curar una enfermedad como el Alzheimer justifica la experimentación con embriones humanos y su destrucción? ¿Por qué no poner fin al dolor con una buena muerte?