La televisión, como la loca ruleta del casino, no va más. Necesita una mirada reposada ante el vértigo que la ha llevado a morir de éxito, con la caja de los beneficios rebosante y el prestigio por los suelos. Ética de la televisión quiere ser una propuesta crítica de regeneración moral que, desde un pesimismo inevitable, aunque moderado, nos ayude a salir de la catódica y oscura noche en la que nos hallamos. La obra muestra en su primera parte una serie de trazos discontinuos, postmodernos, apocalípticos, cómicos y trágicos, hijos del zapping y de la telebasura. Y ante cuadro tal, en el que pareciera que sólo cabe ser abducido o salir espantado, propone un punto de equilibrio entre la adicción y la indiferencia, que llega de la mano de la apuesta rigurosa y profesional por una televisión de calidad. En la segunda parte, recorre el camino que va desde la ética a la deontología profesional para atisbar alguna luz posible en los mecanismos de autorregulación profesional, al tiempo que revisa los consejos de los sabios que han abierto la polémica reforma de la televisión pública en España.