La obra y el pensamiento de Nietzsche han sido sometidos con inusitada violencia a todo tipo de interpretaciones, generando los mil rostros que ofrece hoy en día la singular filosofía de un autor que ha marcado, en muchos aspectos, las pautas de la reflexión filosófica en el siglo XX. No podía ser de otra manera frente a un texto dominado por la fragmentación y el hermetismo. Sin embargo, no siempre se valora lo suficiente uno de los aspectos más importantes de su pensamiento, sin el cual su filosofía perdería toda esa tensión creativa que genera: nos referimos a su reflexión radical sobre el lenguaje. Para comprender sus escritos de madurez y, sobre todo, su crítica a los problemas tradicionales de la metafísica y epistemología, es imprescindible contar con esa guía hermenéutica o ?hilo conductor? (Leitfaden) que es su concepción del lenguaje. Creemos que aquí podemos encontrar una de las claves de todo el proceso de desmitificación que lleva a cabo la filosofía de Nietzsche frente a las pretensiones de la tradición filosófica sobre la verdad y el conocimiento, especialmente su fe en el valor de los conceptos y en la naturaleza representativa del lenguaje. Y podemos interpretar esta línea deconstructiva en Nietzsche como una verdadera estrategia, puesto que la crítica del lenguaje constituye un arma en la batalla que cuestiona los valores culturales de la metafísica, dinamitando su discurso. Para Nietzsche la verdad es una función del lenguaje. Esta idea de que la verdad es un asunto de convención lingüística anticipa las tesis fundamentales del siglo XX.