Ya se trate de los trabajos que su autor redactó en francés o de las traducciones en que colaboró directamente como los cinco fragmentos de Infancia de Berlín, estos textos muestran que Walter Benjamin se vio en la necesidad de modificar la expresión de su pensamiento para adaptarlo a otro idioma, que también dibujan con precisión una imagen de la rica y compleja relación que mantuvo con la lengua y la literatura francesas, de Baudelaire a Proust y de Paul Valéry a los surrealistas.
Lejos de tratarse de una emigración hecha con inocencia al seno de una lengua extranjera, la cuestión radica en que el exilio forzó a Benjamin a adquirir, en la propia Francia, lo que denominó «saber de esa distancia».
Para él, la regla de las equivalencias semánticas introducía la reificación en la traducción. Es por eso, además, que la transposición que llevó a cabo con algunos de sus textos resulta tan reveladora; el interés de reunirlos permite salvar, a despecho de sus imperfecciones, una forma consumada de práctica, la más lograda de la emigración literaria. En este sentido, para nosotros, las «reproducciones» de estos artículos son archivos del «presente», del «ahora» de la posibilidad del conocimiento, aplicado a su obra en Francia.