En el verano de 1962 Mimi Beardsley, de 19 años, llegó a Washington, D.C. para empezar su periodo de prácticas en la oficina de prensa de la Casa Blanca.Cuando sólo llevaba tres días allí fue presentada al presidente. Casi de inmediato comenzaron un affaire que duró dieciocho meses. No estaba preparada emocionalmente para hacer frente al carisma y al poder del presidente, tampoco para manejar los sentimientos de soledad que conllevarían esa doble vida de estudiante y amante secreta del hombre más poderoso del mundo.
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