Tocar el agua con el alma, armar el sueño con las manos, pintar el aire con la boca y escribir, son alimentos de la poesía. En la poesía no se puede mentir, porque uno se atreve al contacto profundo, expresa su propia verdad y con ella se convocan fuerzas como hace el sueño para ir transformándolo todo. El poeta nos comparte las revelaciones poéticas fruto de sus vuelos líricos, y esas imágenes resuenan en nosotros. Cuando el poeta evoca, surgen los encantamientos, y lo invisible se hace, se nutre y se acomoda visible... Entre las hojas.