«Los poemas de Ensayando círculos son», en palabras de Antoni Marí, quien dirige esta colección, «espacios donde la presencia del hombre se afirma frente al olvido y el tiempo. Nada permanece, y todo cambio es, al fin, ruina, recuerdo y renuncia. Sin embargo, la voluntad de permanencia que impone la existencia es la que ofrece sentido a la vida y al mundo: permite reconstruir el lugar donde aconteció el privilegio de la memoria y donde fue posible reconocerse, por un instante, en el lugar decisivo, en un centro convincente.» Y añade: «Las tentativas para acordar la razón con el deseo y el recuerdo con la esperanza son modos de afirmación de la existencia, formas de sobrevivir y sobreponerse al vacío y al olvido. Son tentativas que abren espacios a la reflexión sobre el ser del hombre, su fragilidad y su constancia».
No en vano, el propio Valverde escribe en un breve texto, «Mínima poética»: «Como otros con el ajedrez, el fútbol o la papiroflexia, uno encuentra en la poesía un método de conocimiento de sí mismo y del mundo, una manera de decir y de decirse, de entender y de entenderse, de mirar, en suma». Por eso él cree «en la necesidad de la poesía, no en su utilidad»...