La reflexión teológica, empeño por comprender mejor la fe cristiana que nunca se da fuera de la historia, tampoco puede abstraer del tiempo tal como lo percibe quien hace la reflexión. En mi caso, el cambio cultural ha sido tan amplio, tan complejo y tan alborotado, que la primera reacción es callar. Pero los custionamientos de la propia fe cristiana vienen desde distintos flancos, y uno se ve confrontado sin remedio a la nueva situación cultural que está emergiendo. Aquel excelente maestro medieval lo formuló bien: \"si quitamos la fe en la encarnación, desaparece la fe cristiana\". En la fe de la Iglesia van unidas dos convicciones. Primera, la presencia constante de Dios en el mundo y su cercanía para todos: \"no está lejos de ninguno de nosotros\". Y segunda, que esta inclinación benevolente ha llegado en Jesucristo al grado máximo, definitivo e insuperable.