Una mañana muy temprano, mientras sus padres aún duermen, Noah Barleywater se escapa de casa. En ayunas y sin dinero, se adentra en el bosque y no se detiene hasta llegar a un pueblo donde se encuentra con la tienda de juguetes más especial que cabe imaginarse: no sólo las hermosas marionetas de madera que pueblan los estantes se comportan como si estuvieran vivas, sino que también hay animales, vehículos y todo tipo de objetos inesperados.
Un amable anciano, que fabrica los juguetes, lo invita a comer e intenta averiguar el motivo de su huida, y ante el silencio del niño, le cuenta la historia de su vida. Noah, perplejo, escucha atentamente el relato, lleno de aventuras increíbles, de orgullo por las proezas logradas, pero sobre todo de remordimiento por las promesas no cumplidas. Las palabras del misterioso anciano llevarán al niño a tomar una decisión que cambiará su vida.
Con la sensibilidad y la inteligencia narrativa que lo caracterizan, John Boyne hace un guiño al cuento de Pinocho para crear una fábula sobre la infancia, el dolor y las decisiones que debemos tomar desde que somos niños.