Este libro presenta una lectura antropológica de los campos de Auschwitz a partir de la cual se reinterpreta, desde una perspectiva holista, el conocimiento fragmentario que las memorias de los supervivientes nos han transmitido sobre cómo era el día a día en aquel mundo devastado y en qué consistía la zona gris de las relaciones sociales que surgieron a la sombra de las chimeneas: el contexto etnográfico e histórico de los campos, los rituales de paso que presidían el proceso de deshumanización de las víctimas, cómo era la economía política del tiempo, las jerarquías e intercambios entre prisioneros o los sucesos que adquirieron el carácter de leyendas épicas. Sin embargo, estos problemas no se plantean como descripciones abstractas sobre el genocidio, sino como parte de la cotidianeidad excepcional que los involuntarios participantes se vieron obligados a sufrir.