EME/A funciona mejor como metáfora del Chile literario, que como historia en sí misma. La lectura de sus páginas trasmite el inconformismo de una particular generación de narradores jóvenes acostumbrados a sobrevivir en un país cansado y chato. Muestra sus temores y esperanzas en relación a los mecanismos de oficialización que tiene la obra narrativa, mediante lo que podría llamarse una novela de corte ?experimental?, palabrita que a estas alturas ya no significa nada.
Trata sobre personas desesperadas que custodian la no historia de la literatura, en una biblioteca donde se conservan los originales de libros jamás publicados. Sus personajes son seres desesperados que escarban en la nada de relaciones espurias, engañados al no poder encontrar un sentido para sus vidas más allá de la literatura. Meta literatura entonces, pero a ritmo del blog, de pantalla más que de papel, de googleo y wikipedia. ¿Pero cómo privar a un niño de la entretención que le puede otorgar su juguete favorito? Que se desahogue con la figurita de acción de Bolaño, que juegue con ella hasta que se despedace de tanto manoseo. Porque de eso se trata a veces la meta literatura, de jugar con los ídolos hasta enterrarlos.