Los resultados están a la vista: aumento de las desigualdades, paro endémico a pesar de la permanente moderación salarial, separación creciente entre el pueblo y las élites políticas, y un horizonte preocupante en términos de protección social y empleo. Para Jorge Verstrynge, sólo regresando a un modelo de desarrollo autocentrado, que estimule el consumo interno -incluyendo el establecimiento de un salario de ciudadanía- y que no convierta la lucha contra la inflación en un fetiche religioso, será posible combatir el principal problema de nuestra época: la falta de trabajo.