En 1999, España siguió la doctrina de la Alianza e implantó una reserva militar formada por voluntarios. Con ella se persigue reforzar las capacidades de las Fuerzas Armadas a través del aprovechamiento de los conocimientos y de la experiencia que pueden aportar sus miembros, procedentes del ámbito civil. Sin embargo, a lo largo del siglo XX y hasta la suspensión del servicio militar, la reserva española fue muy distinta. Entonces, sus efectivos eran todos los varones considerados aptos, quienes permanecían disponibles en su domicilio para eventualmente favorecer el crecimiento de las unidades activas en tiempo de crisis.
El texto parte de la instauración del servicio militar universal en España, que nace de la conjunción de la necesidad de contar con grandes masas de reservistas y del anhelo popular de que esto se llevase a cabo de una manera lo más socialmente justa. Con esta forma de entender la conscripción se esperaba adiestrar militarmente a todos los hombres útiles, que habían de permanecer un corto tiempo sobre las armas y gran parte de sus vidas en situación sedentaria, disponibles para ser movilizados. A partir de ahí, se describen las distintas configuraciones de la reserva militar española del siglo XX, sus puntos débiles y sus fortalezas así como, en su caso, las activaciones de reservistas.