¿Quién se benefició de estos grandes crímenes? ¿De dónde sacaron tanto dinero y tanta facilidad de movimientos unos supuestos iluminados solitarios? ¿Por qué se perdieron autopsias, se mojaron atestados, desaparecieron balas? ¿Hay alguna relación entre los magnicidios españoles y los que se llevaron por delante la vida de los presidentes Mckinley y Kennedy?
Las respuestas nos las brindan estas páginas densas, acusadoras, inquietantes.