La labor de las instituciones benéficas fue un afán de los compostelanos por proporcionar educación e integración a los más desfavorecidos de la sociedad. Llevando a cabo este pensamiento, el Colegio de Sordomudos y de Ciegos de Santiago de Compostela estableció la enseñanza musical, para que los discapacitados invidentes tuviesen un modo de que salieran adelante con sus vidas, desarrollándose como individuos autosuficientes. La instauración de dicha disciplina se dio en 1868 y desapareció en 1957, debido a la reforma del reglamento interno de esta institución. Asimismo, los casi noventa años de existencia de esta enseñanza fue el vehículo de integración social que permitió que la mayor parte de su alumnado alcanzara el sustento, sin la necesidad de recurrir a la mendicidad.