Vivimos rodeados de espejos, en nuestras casas, en la calle, en el trabajo, pero no solamente de espejos hechos de azogue sino también de espejos virtuales. Las pantallas de cine y televisión son grandes espejos que proyectan sin parar modelos de belleza, de lujo y perfección inalcanzables con los que no podemos evitar compararnos. La consecuencia es que muchas personas desarrollan enfermedades relacionadas con una percepción deformada de su imagen: anorexia, bulimia, dismorfia, afecciones muy graves que en ocasiones pueden llegar a ser mortales.