Él era, y es, un amigo de mi marido y aunque ya no está con nosotros seguimos en contacto con él.
Agradezco a Andrés que me haya permitido ser testigo de su fallecimiento, aunque nos separaban más de 2.000 kilómetros.
Esta experiencia fue única y, por qué no, muy bonita y tensa.
Nunca la olvidaré.