Tras perder a sus padres en un accidente de aviación a los cuatro años de edad, Alda San Facundo se traslada con Madmua, la persona que la ha criado y a la que considera su madre, a la finca de sus abuelos, lugar en el que habita la magia y rige la armonía de la naturaleza, y que marcará de manera indeleble su existencia. En Madrid, donde acudirá más tarde a estudiar medicina, conoce a Casilda Alcaiz, que ha tenido una vida en muchos aspectos similar a la suya. Su extremada afinidad hará que lo compartan todo y que suscriban un pacto: el que las comprometerá a que la primera que muera comunique a la otra si hay vida después de la muerte.
La música es un personaje más en esta novela de emociones y sentimientos inefables, donde se concitan el amor, la amistad y una ética que no admite el sufrimiento. Los protagonistas de esta novela singular se desenvuelven en ambientes de lujo y ostentación, pero el sendero interior que transitan es abrupto. La dificultad de ese recorrido iluminará, a la postre, el signo del infinito.