La segunda aparición de Sherlock Holmes en la prensa ocurrió poco después de que el doctor Watson hubiera publicado «un pequeño folleto, con el título algo fantástico de Estudio en escarlata», que por cierto no mereció los elogios del detective. Y, aunque el tenaz narrador empleara en El signo de los cuatro la misma censurada técnica que en la primera, gracias a «la prueba del reloj» supimos que el doctor Watson tuvo un hermano, pudimos gozar una vez más del envidiable ingenio de Holmes, y atisbamos algunas de las complejas características de su cerebro: encaminado a combatir el crimen, también en él «había material para un buen hombre y un rufián». [Edición anotada, con presentación y apéndice]