En Bilbao, en la inmediata postguerra, un chaval, Miguel, espera el regreso de su padre, un capitán de gudaris a quien todos dan por muerto, para que lo lleve a Inglaterra, a reencontrarse con su madre y su hermana, evacuadas en el vapor Habana. Mientras, se enfrenta a diario en el colegio al acoso del hermano Martiniano y, sobre todo, se dedica a alimentar la esperanza de su vecina Bego, una niña postrada en la cama a consecuencia de la tuberculosis. Le ha prometido llevarla al sanatorio de Gorliz, donde sin duda se curará. Claro que para eso hace falta mucho dinero. Pero no hay problema, porque Miguel cuenta con la complicidad de Tomás, un insólito amigo que tiene un plan Tomás siempre tiene un plan, que les llevará a ambos a sumergirse en el mundo del estraperlo que se practica en los muelles, por cuyo control pugnan policías y falangistas. La peripecia de la que Miguel es protagonista está habitada por numerosos y muy singulares personajes que, como los peces extraídos del agua de la ría, boquean, en un intento agónico por sobrevivir en un ambiente asfixiante. Llama poderosamente la atención que esta novela, a pesar de la sordidez y la violencia de las circunstancias que describe, esté envuelta en todo momento en un halo de ternura, que sin duda tiene mucho que ver con la juventud de los protagonistas y su mirada a menudo naíf de la realidad, fuente constante, además, de muy buenas dosis de humor.