Un pescadero que vende género podrido valiéndose de curiosos sofismas; los infortunios de un empresario que transforma un valle del País Vasco en desierto; el pasmo de un Rey ante un puchero preparado en las Hurdes por una vieja capaz de elaborar alta cocina espontánea; un jubilado a la busca de animales extinguidos; un exorcista que ejerce en Benidorm atraído por la arquitectura aberrante o la amistad entre un farero y un jipi que terminan convertidos en capitalistas alternativos son algunas de estas historias protagonizadas por seres improductivos, soñadores y a menudo desquiciados, movidos por el sexo, el dinero, la religión o la política y siempre dispuestos a pasar por el mundo de la forma más estrambótica posible.
El rombo de Michaelis es la figura imaginaria que en la espalda de las mujeres definen los dos hoyitos lumbares junto con el arranque de las nalgas y el final de la columna vertebral y es, en manos de Fernando Royuela, un artefacto de la risa inteligente que propone desde su propio enunciado una memorable metáfora de nuestro tiempo.