Siguiendo la costumbre del Principado en donde reinan sus severos padres, la princesa que protagoniza esta rara historia inicia su estancia en el extranjero entrando a colaborar como ayudante en una tienda de decoración que, al morir la dueña que la regentaba, pasará a dirigir. Educada en la rigidez de las costumbres del Principado, la princesa descubre pronto las alegrías y las penas del vivir de manera independiente, para finalmente entregarse a los avatares del amor cuando se enamora de Augusto, un joven prometedor y un tanto cínico que la colma de felicidad pero que también la hace sufrir con sus devaneos y reservas frente al compromiso. El juego de apegos y contrariedades que las relaciones afectivas ponen en marcha protagonizan este relato que, a su modo y en unas claves de maligna ironía, reescribe el mundo de los cuentos de hadas resituándolos en unos tiempos y en unos paisajes en los que las princesas deben trabajar para ganarse la vida y sus pretendientes no siempre parecen los más convenientes. Una muestra muy representativa del extraño y magistral talento narrativo de Luis Magrinyà.