Un mundo nuevo requiere una narrativa reinterpretada, revisada. Revisitar, repensar el pasado nos proporciona libertad para comprender el presente, percibir lo que todavía somos, pero también lo que hemos dejado de ser: de este modo, seremos más capaces de imaginar posibles futuros alternativos. Precisamos de nuevos relatos que, aun cuando se antojen ilusorios en estos tiempos de posmodernidad, alienten la construcción de marcos jurídicos y sociales que garanticen la convivencia en la pluralidad y la diversidad.
El reconocimiento de las diferencias es la llave para imaginar sociedades plurales en libertad. La paz no se consigue con el reconocimiento de una sola libertad, el autoritarismo ni la violencia, sino con el entendimiento y el diálogo.