Nunca lo pretendió. Más bien al contrario, en la segunda parte del texto se denuncia la falsedad de cierto número de ensayos convencionales acerca del tema, algunos de ellos muy reputados, si no intocables. Porque en Dallas, entre los días 22 y 24 de noviembre de 1963, exactamente desde las ejecuciones públicas de John Kennedy y su presunto asesino, Lee Oswald, tuvo lugar un complejo golpe de Estado desde dentro que afectaría no sólo a los EE.UU. sino al mundo entero, trastocando a peor el mapa geopolítico. Luego, durante tres lustros, por lo menos medio centenar de testigos fue liquidado a fin de ocultar una verdad que aún hoy se niega a nivel oficial. Dicho complot, coordinado por La Central de Inteligencia Americana, dejará tras de sí uno de los grandes misterios de la pasada centuria, aunque ahora podamos saber mucho más al respecto.
En 2013, con motivo de los cincuenta años del magnicidio en Texas, iba a materializarse la última y definitiva ejecución de JFK, es decir su memoria. No digamos la de su presunto asesino. Libros, películas, documentales, reportajes, artículos de prensa: todos prácticamente al unísono en el mismo negocio de siempre. Nos mintieron hace medio siglo y continúan haciéndolo en la actualidad y, tanto entonces como hoy, ignorando la ingente cantidad de datos reveladores que nos dejó el caso. En el tortuoso camino hubo el Informe Warren y los Comités del Congreso y del Senado, pero sobre todo hubo toneladas de desinformación hábil y meticulosamente filtrada a lo largo del tiempo. Aquí será rebatida, sin concesiones. Por expresarlo a la manera spinozista, el objetivo fundamental de Teoría de la Conspiración es analizar hasta sus últimas consecuencias la presunta inocencia de Lee Harvey Oswald, de modo que ésta quede demostrada según el orden geométrico.
Javier García Sánchez.