En aquella misma época también había tesoros fantásticos como el de la Dama del mar, por el que Henry Morgan organizará la mayor flota de filibusteros jamás conocida, ciudades como Panamá, que se dicen inexpugnables y encienden la codicia de los hombres, y mujeres como Elena, capaces de provocar la pasión y la ternura del corsario más insensible.
Esta es la historia de Íñigo Santa Cruz, llamado Lefthand por los ingleses, tan falsa como todas las leyendas y tan cierta como cualquier historia de corsarios.