En 1959, el filósofo vienés Günther Anders inicia su correspondencia con él, convirtiendo su historia personal en el caso Eatherly. Según Anders, Eatherly personifica la conciencia en un mundo que persuade al individuo de que no es responsable de las consecuencias de su acción. El mundo tecnificado nos implica en hechos cuyos efectos somos incapaces de representarnos. Esto hace que podamos ser inocentemente culpables como nunca antes. Eatherly es el predecesor de todos nosotros. Pero lo que sobrepasa la conciencia, aquello que está más allá de sus límites, impone una labor de concienciación: en el No más Hiroshima coinciden el verdugo, las víctimas y el intelectual.