Antes de hacerse grande y convertirse en el aventurero que todos conocemos, ¡Spirou fue pequeño! Aunque esto no supone una mala noticia. Siempre intentando gastar una broma al párroco, el abad Langèlusse, o a su profesor de gimnasia, el pobre señor Mégot, el pequeño Spirou sólo cesa sus travesuras para espiar a las chicas en las duchas, a su amiga Suzette o a su profe de mates, la cautivadora Claudia Chiffre... Cada nuevo día brinda la posibilidad de descubrir nuevas cosas y experiencias impertinentes o poéticas, sorprendentes e hilarantes.