Hoy parece fuera de duda que el espíritu originario de Auxilio Social basado en una asistencia indiscriminada a los damnificados por la Guerra Civil quedó desvirtuado seriamente a partir de la irrupción de los ideólogos franquistas que desembarcaron en lo que era presentado por el Régimen como su más apreciada joya en el ámbito asistencial y, por lo mismo, propagandístico. Y lo que es aún menos conocido es el papel hegemónico que desempeñó la Iglesia Católica en un campo de actuación que parecía diseñado para sus fines. Auxilio Social pasó, por tanto, de representar el decorado amable de la sonrisa de Falange a ser el campo, primero de batalla ideológica y, después el campo privilegiado en el que se pudo desarrollar con más exactitud el ideario del nacional catolicismo. En un ambiente cerrado, sin miradas indiscretas y actuando sobre un colectivo desprotegido de niños, la Iglesia Católica pudo ejercer su faceta más auténtica como instrumento de poder.