Para la memoria urbana de la ciudad de Córdoba, la escultura del oso polar es un misterio que sólo encuentra respuesta adecuada cuando se lo interpreta como error. Más aún si se tiene en cuenta que la misma ciudad que le da albergue se funda también en la equivocación: Córdoba debería haberse levantado en otra región y la escultura del oso polar no debería haber existido.
Sin embargo estos dos objetos son ciertos, forman parte del mundo, y si bien responden a muy distintas naturalezas, por eso mismo, por el empecinado error que representan y el espacio que comparten, han tramado un vínculo distraído y fatal a la vez, regido por la casualidad y el avance del tiempo histórico.
En El oso antártico el autor indaga en el error encarnado en el gran oso, que deambula desde hace décadas por la ciudad de Córdoba. Es un relato entre policial, testimonial y ensayístico que muestra, a través de la ficción, una versión del pasado cultural de nuestro país.
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