¿Y si existiese un mundo en el que lo importante fuesen las personas y no el dinero o el poder? Un mundo sin partidos políticos, sin reyes y sin dictadores, un mundo en el que fuese el pueblo quién organizase la sociedad de forma participativa, sin imposiciones de uno u otro grupo, sin enfrentamientos ni rencillas. ¿Cómo sería ese mundo? Precisamente a un mundo como ese arriba el protagonista de esta historia, que se va encontrando con una forma de vida completamente diferente a la suya en un mundo habitado por personas como nosotros, pero que consideran que lo más importante son las personas, no el dinero ni el poder, y en función de ese planteamiento organizan hasta los más mínimos detalles, hasta sentarse en mesas redondas para comer: Me llamó la atención el hecho de que las mesas fuesen redondas, ocupaban más espacio que las rectangulares, según me había explicado una vez un amigo que trabajaba en un mesón, y así se lo hice saber a mi acompañante, que me respondió: - Verás, en nuestro mundo lo más importante son las personas, todo lo demás se organiza en función de su bienestar. Y si te fijas bien, en una mesa redonda todos los que se sientan a ella se ven las caras y pueden hablar entre ellos sin ningún impedimento, algo que no ocurre en una mesa rectangular. Cierto, pensé, pero en mi mundo se priman más la eficacia y las ganancias que el bienestar de las personas, por eso es difícil encontrar mesas redondas en bares y restaurantes, porque ocupan más espacio y caben menos clientes, resultan más rentables las mesas rectangulares o cuadradas, que ocupan menos espacio y permiten más clientela, es decir, mayor posibilidad de beneficios.