Arthur Holmerg, New York Times
Un náufrago llega a una isla quemada; en la isla hay un jardín; en el jardín se esconde un monstruo disfrazado de mujer... El monstruo de los jardines pone en escena un mundo en que nada está asegurado. El varón se viste de hembra y el amo de criado. Nada es lo que parece y nada es para siempre.
Juan Mayorga
Nos encontramos en el reverso de la persuasión doctrinal contrarreformista: su afable contrafigura. El sueño wagneriano cristalizado con dos siglos de adelanto... celebración barroca, retablo de prodigiosas apariencias que entroncan con las ensoñaciones de un Nieva o de un Fellini.
Ernesto Caballero