El modernismo religioso surge de una experiencia intelectual. La fe cristiana puede abandonar un lenguaje muerto y un imaginario arcaico. Hay que formar al cristiano para que, en su conciencia, pueda unir democracia, ciencia y fe. Entre 1905-1914, hubo en la Iglesia un sector, persuadido de que un buen católico debe renunciar a la libertad de investigación y a toda iniciativa y creer sin preguntar y sin pensar. Bastaba la disciplina. ¿Se logró? Todo cambiaría ?en cien años?, profetizaba Friedrich Von Hügel en noviembre de 1908. En 1911, el Arzobispo de Albi, E.-I. Mignot, avisó al Cardenal De Lai: ?La vérité est le scandale ordinaire de l?ignorance?. Se abre paso lentamente. Mientras, hay que hacer el bien y callar. Fogazzaro colocó a Piero Maironi, Il Santo, ante el Crucificado y bajo el ?Silentium?, de pie ante el Papa y sin discípulos. La Iglesia, en sus inicios, vivió en la caridad y la comunión. Esta investigación tiene tres partes: preliminares, condena del modernismo y situación de modernistas y anti-modernistas con Benedicto XV.