Era la Suca una raposita nueva, alegre y saltarina. Tenía un pelo rojizo, suave, que brillaba como seda y devolvía la caricia cuando se le tocaba. La Suca no tenía que ir al colegio, y correteaba a su antojo por el bosque. Descubría nidos y encontraba nueces que no sabía abrir y abandonaba después de olfatearlas