«Fabio Montes nunca se atrevió a publicar sus poemas, ni siquiera en las pocas revistas que se lo pidieron. Su única justificación para ese anonimato injustificable, acaso un rebuscado ejercicio de vanidad, fue repetir una y otra vez que sus poemas no estaban corregidos. Sin esa improbable corrección los publicamos nosotros, sabiendo que eso le disgustaría». Bruno Mesa.