Suele afirmarse que el lenguaje moderno ha provocado una ruptura en la evolución de la arquitectura, al anular con un punto y aparte la tradición del código expresivo. Muy pocos son los que saben hablar arquitectura y leer en ella términos actuales. Hasta ahora se había codificado un único lenguaje: el del clasicismo. La arquitectura moderna, y con ella el inmenso patrimonio anticlásico del pasado, se considera paradójicamente una excepción a la regla académica y no otro lenguaje dotado de plena y autónoma validez. En una serie de conversaciones dirigidas sobre todo a los usuarios de la arquitectura y la urbanística, Bruno Zevi identifica y comenta los siete elementos invariables que, al rechazar los prejuicios clasicistas que nos tienen fascinados, ofrecen la clave para entender los mensajes contemporáneos. La tesis que afirma que el lenguaje moderno de la arquitectura no es tan sólo el lenguaje de la arquitectura moderna, dado que presupone toda la producción creativa del pasado, encuentra en este ensayo de Bruno Zevi su verificación.