Lestat ha gozado de una existencia cómoda, su supremacía indiscutida en el mundo de la noche colmaba sus aspiraciones. Pero una duda le llevará a replantearse la razón de su existencia.
Impulsado por su afán de conocer -a la vez intelectual y argumental, racional y vital- que por primera vez hará tambalear los cimientos de su reinado de penumbras.
«Gracias al sufrimiento y al triunfo y a la sangre de nuestros vampiros de más edad, me había transformado en una especie de dios oscuro. Tenía poderes que me dejaban perplejo y, a veces, incluso asustado. Tenía poderes que me hacían sentir acongojado, aunque no siempre comprendía por qué.
»No está mal, diréis. A mí me repugnaba. Sin duda, por añoranza a mis antiguos yoes: el muchacho mortal y su espectro recién nacido, un día tan dispuesto a alcanzar la excelencia en la maldad, si tal era su trágico destino.»