Sus poemas, dibujos o collages («cubomanías») los publica la revista Phases . Elabora libros-objeto en colaboración con Jacques Hérold, Max Ernst, Piotr Kowalski, objetos casi mágicos a los que acompaña grabaciones con su voz. A lo que hay que añadir sus puestas en escena y lecturas públicas, desde Ámsterdam a Nueva York, todavía recordadas.
Sus investigaciones sobre la lengua, con sus efectos de tartamudeo, fueron descritas por Gilles Deleuze, que dijo de Luca que era el mejor poeta francés del siglo xx, y tuvo que reconocer que éste fue el primero en enunciar la teoría del Anti-edipo, que después él desarrollaría.
En su soledad, en la búsqueda de una base sólida, a Luca le perturba el ascenso del antisemitismo y se arroja al río Sena.
Lo último en lo que Luca trabaja son dos grandes textos publicados originalmente en rumano, 1945, El Inventor del Amor y La Muerte muerta .
El Inventor del Amor propone, en un monólogo, la exaltación del amor y del deseo mediante la superación del complejo de Edipo, por la vía sacrílega, llevada hasta la confirmación en la muerte pero como afirmación, no como negatividad, en un mundo «donde todo debe ser reiventado» y nos hace ser «cada vez más desdeñosos, crueles, irreconciliables».
La Muerte muerta nos enfrenta a la muerte traumática y, con humor muy negro, a cinco tentativas de suicidio.
Éstos libros son el eco del Primer Manifiesto no-edípico , hoy perdido, expresiones sorprendentes y reveladoras de un pensamiento revolucionario que persiguió «la constelación espectral de la superación humana».