Argumento de El Inconsciente Ontológico de Gilles Deleuze: por Una Ontología Política Frente Al Psicoanálisis Culturalista
Encuadernación: Rústica
Este libro supone el lanzamiento de una investigación de la obra deleuzeana, abordada desde el interés filosófico por el psicoanálisis. Encontramos, pues, un Deleuze receptor, interlocutor y crítico del pensamiento freudiano, un filósofo del Inconsciente y del deseo. Sin embargo, este estudio tiene un carácter principalmente ontológico, no siendo para la política sino un preámbulo que permitiera deshacernos del prejuicio presentista y así, poder pensar las condiciones de posibilidad de una verdadera revolución.
Nuestra empresa central consiste en reproponer el Inconsciente como primer principio ontológico puro, es decir, libre de culturalismos y de significaciones simbólicas y previo respecto de cualquiera de los sentidos perecederos con los que los distintos discursos ideológicos cargan el Ser, el Pensar o la Razón. La perversión del platonismo en el seno del psicoanálisis exige liberar al arcké de toda determinación o cualificación que impidiera la coexistencia de los opuestos y la aparición de lo nuevo y de lo diverso sin que el universo perdiera su consistencia y su unidad, recuperando así el hilo de la filosofía presocrática.
El Inconsciente de Deleuze supone una reapropiación del logos de Heráclito, como pensamiento sin sujeto que expresa, más que el orden, el desorden de la Naturaleza o su inagotable virtualidad. El Inconsciente, como el ápeiron, no se manifiesta de forma pura, sino que lo rozamos en cada operación deconstructiva que nos devuelve al punto cero, a partir del cual podemos inventar nuevos modos de reunir a los opuestos. El Inconsciente nos atraviesa como eterno discurso de la Naturaleza, no constreñida por moral alguna.
El orden social o el sentido de la vida humana necesita ser reinventado a cada paso y ello solo se hace posible desde un horizonte de experimentación, que Deleuze denomina Inconsciente, y que posibilita la vida en lugar de hipotecarla con estructuras y fines preestablecidos. Criticar el carácter culturalista del inconsciente psicoanalítico es eliminar las derivaciones moralistas de la Idea de Bien platónica, afirmando que no hay ni Edipo ni Falo ni orden moral alguno que no sea producido y, esperamos, rebasable.
El Inconsciente deleuzeano posibilita el acontecimiento y la construcción de órdenes políticos no anticipados, y permite escapar al pesimismo instalado por la imagen inmovilista de la sociedad que fija el malestar como principal afecto del individuo inmerso en su comunidad.
La apuesta filosófica es fiel a la diferencia ontológica, encargada, en este caso, de desnaturalizar la moral y de desencializar el proyecto político. Para ello, se centra en concebir el deseo como productivo de perspectivas. No es un deseo conservador ni rebelde; no está estructurado por la prohibición ni por el permiso. Este deseo sabe olvidar y empezar: es políticamente constituyente por ser estéticamente creativo.0