En El imitador hermético y otros des(EN)cuentos se encuentran, sin llegar a cruzarse nunca, un hombre siguiéndose a sí mismo, un rodríguez en ejercicio, un padre que emula sin querer a Alicia en el país de las maravillas, una profesora víctima de cierto espía apócrifo, un investigador sin investigación, una mujer que no es ni tan formal como ella cree ni tan fácil como aparenta, unas figuras de ajedrez con vida propia, un sujeto enamorado de una tira de fotos... Están ahí, juntos pero incomunicados, poblando estos des(EN)cuentos que son como mundos dentro del nuestro. «Esos mundos que intuimos en la vida de los otros y que por ello pasan a formar parte de la nuestra propia. Mundos que se van construyendo del mismo modo que se construye el conocimiento, la representación de la realidad en la mente de cada hombre y en la disgregada conciencia social: de una forma aleatoria, parcial, parcelaria, probabilística, plagada de interrogantes y de incertidumbres, ambigua», que diría Ernesto García Cejas.