Agustín Lázaro se dedica a traducir tras dejar su carrera docente, vive desanimado: un taedium vitae progresivo que lo corroe desde que su novia, Marta (otra profesora; culta, circunspecta y maniática de la higiene, y una fiera desinhibida en la cama) lo dejó de la noche a la mañana y sin ninguna explicación. Agustín no hizo nada por reconquistarla y se da de baja por depresión, des de entonces fue encerrándose más y más en su soledad. Aficionado a coleccionar conocimientos inútiles, cuando no traduce disfruta navegando en Internet. Últimamente, graba los únicos programas de televisión que soporta: los concursos culturales. Su preferido es el de sobremesa, Quien sabe, gana, decano del género. Su sorpresa es mayúscula cuando un día descubre a Marta concursando en él.