Gabriel va hacia el colegio muy contento, porque lleva su peonza china. De repente, se da cuenta de que la ha perdido. Analisa, una chica de su clase, le recomienda ir a una casa un tanto rara y preguntar por la peonza. Gabriel hace lo que le dice Analisa. Llama a la puerta y le abre un hombre muy misterioso. Éste le lleva a una sala llena de juguetes perdidos, donde encuentra su peonza. El hombre le dice que él guarda todos los objetos que se pierden. Gabriel tiene muchas ganas de contárselo a Analisa, pero la niña no aparece por el colegio. Gabriel empieza a preocuparse. De pronto, encuentra un espejo de Analisa. Decide ir a la casa de las cosas perdidas y dejar allí el espejo por si Analisa va a buscarlo. Una vez allí, Gabriel encuentra a la niña. Analisa es una niña perdida y no puede salir de la casa hasta que alguien vaya a buscarla. Ahora que ha ido él, ya se puede ir. Los niños se marchan contentos.