El guardabarrera Nino Zarcuto y su mujer, Minica, viven en una modesta caseta amarilla, junto a un pozo y a un olivo sarraceno, en medio de un paisaje árido, acariciado por el cercano mar y por la luz. Se aman, son felices y, tras algunas dificultades, por fin están esperando un hijo. Sin embargo, estamos en 1942 y la violencia es un torbellino vertiginoso que engulle a los dos cónyuges y se lleva al hijo que esperaban. Minica llora, pero es obstinada y sigue queriendo ser madre. Una quimera vegetal le hace creer que puede, como Dafne, convertirse en árbol, echar raíces y dar frutos, y su marido la secunda, amoroso y solícito, con la esperanza de que ese hijo llegue, pese a las sacudidas de la muerte y de la guerra.